Primera entrega

Macarena entró aquel frío sábado de otoño recién adentrado a "Lo de BARtolo" con la idea de ponerse un pedo divino y olvidar penas. El dueño del bar, un chico igual que Moe pero con onda, le dice:

- “Bueno querida, mucho blah, blah, blah, pero, qué te sirvo?” A lo que ella contestó:

- Tres fernets con Coca, por favor...

- Para vos sola son los tres?

- Si si, los tres.

- Me permitís tu documento por favor, jovencita?

- Obvio... 32329073

- A ver... Macarena García, no? 22 añitos. Qué hace una chica tan linda y sola, por estos pagos?

- Qué te importa?! Dame los 3 fernets y sino ponete una ferretería man!

Alejo estaba haciendo todo el chamullo de a poquito para invitarle los tragos aunque mejor pensó: “Tómatelos y con tres fernets encima, después hablamos mejor”.

Sin pensar demasiado, le dijo: “Lo nuestro puede funcionar. Vos sos la chica de la alta sociedad que termina en mi bar de mala muerte cada sábado por la noche con un nuevo problema, el cual yo siempre escucharé sin decir más que algún consejo objetivo porque no vas a dejar que forme parte de tu vida, más que como el que te expende tus brebajes alcohólicos”. Y de un momento a otro, la miró fijo a los ojos y le dijo algo como: “Que paradójico no? Al final del juego el peón y la reina terminan siempre en la misma caja”. Refiriéndose a él como un simple peón y tratándola a ella como una reina.

Macarena le pegó un cachetazo y le dijo: "Que bajo que caíste acudiendo a un piropo tan pedorro. Sólo en tus sueños podrías estar con una chica como yo”.

De repente,  Alejo dió la vuelta a la barra con cara de seductor (A pesar de que al cortarse el pelo había perdido sus sensuales rulos), la agarró de la cintura y le comió la boca haciendo que se calle. Ella, cautivada con su hermoso beso, lo aplastó más fuerte contra la barra y se mataron durante varias horas en el bar de mala muerte hasta que le sonó su celular y al ver el display, salió corriendo como una loca desaforada. Alejo no alcanzó a ver quién la llamaba. Triste, sólo después de hora en su bar y desconcertado por la situación que acababa de pasar, se dio cuenta de que en la barra había quedado el DNI de Macarena. 


Alejo tiene el pretexto justo para esperarla en su ajetreado trabajo como dueño de ese sucucho, mientras pasan los días o salir corriendo a buscarla al domicilio que figura (con tanto orto que como lo actualizó hace poco, puede que caiga justo a tocar timbre a su actual hogar). Pero, si se arriesga y corre tras ella para encontrarse con algún novio o marido, dueño de aquel llamado que la desprendió de sus brazos? O peor aún, si queda como un salame y se pierde en el camino? O, si directamente no vive más allí? 


Eso lo sabremos en la próxima entrega de: “Hoy no tomamos las pastillas”.