domingo, 22 de mayo de 2011

Nacionalidades encontradas


En la casa de Ed todo transcurría de forma “normal” cómo cada miércoles en los que Clotilda iba a hacerle la limpieza exhaustiva al depto.

Paraguaya de nacionalidad, decidió que el delantal que estaba tirado en el piso, era para descartar, entonces se lo llevó a su casilla precaria de la 1-11-14.

Al llegar a su humilde morada, descubrió que en uno de los bolsillos había un DNI.

Inmediatamente se dirigió a la casilla de su vecino Washington para venderlo por unos mangos. Se sabía que en la cuadra, Washington era el especialista en documentación. Washington era Israelí y terminó en la Argentina como refugiado de guerra pero nunca le dieron asilo y se dedicó a lo que le daba guita, sucia, pero guita al fin.

Mientras tanto, en el nuevo bar de en frente de “Lo de Bartolo”, una tal Macarena Garcia se estaba sentando a degustar unas riquísimas chuletas de cerdo a la barbacoa. Si, leyeron bien: MACARENA GARCIA. Pero esta Macarena tenía rasgos muy diferentes a los de la protagonista de nuestra historia, ya que no era para nada alta y más bien, el color de su tez era bastante más oscuro que el de la Maca de Little Horse.

La verdadera identidad de esta Maca era más bien parecida a la de una joven boliviana de unos 30 años que acababa de vender su mercancía en Constitución y paraba un rato a almorzar.

De un momento a otro, el mesero que la estaba atendiendo y se disponía a llevarle la cuenta a la mesa, notó que no estaba más allí. Hizo la gran “Paga Dios”. Resulta que en ese momento en el que se dio cuenta y estaba por salir corriendo hacia la vereda a agarrarla del cogote, se tropezó con algo verde: un DNI (Que de vueltas que tiene este documento, la puta madre).

Al abrirlo, figuraban claramente los datos de una tal Macarena Garcia.

Así fue como se ahorró la corrida y decidió acercárselo al dueño del bar para decirle: - “Mirá Roberto! Esta yegua se pegó terrible panzada y se fue sin garpar! Lo mejor de todo es que se dejó el DNI la pelotuda!”

Ahí nomás, llamaron a la policía.

En la vereda de en frente, Alejo había regresado a su bar y luego de tanto tiempo en el hospital, sólo se dispuso a cumplir un objetivo: “Encontrar a esa guacha”.

Así fue como comenzó a buscar desesperadamente el DNI que había olvidado para, de una vez por todas, llevárselo a su domicilio y volver a romperle la boca de un beso o la cara de una piña por todo lo que sufrió en este tiempo.

En la desesperación por no haberlo encontrado en el lugar preciso en el que el juraba que lo había dejado, comenzó a romper todo su bar. Tenía una mezcla de Ira, lujuria, gula, soberbia, avaricia, pereza, y envidia. Ira por no encontrar el DNI. Lujuria porque hacía 6 meses que no la ponía. Gula porque tenía ganas de una bondiola de la costanera a las 10 de la mañana. Soberbia porque se cree el más capo de la cuadra. Avaricia porque quería meterse en el tráfico de armas sólo porque un cliente le había comentado que con eso se ganaba buena guita. Pereza porque se sentía cansado de tanto buscar (en 30 minutos había revuelto sólo una de las 20 estantes de la barra). Finalmente: Envidia porque no podía ver que el bar de enfrente estuviese lleno de gente todo el día y a toda hora y a su sucio bar sólo entraban 3 clientes por tarde / noche.

Así fue como agarró una rejilla sucia que tenía al lado de la caja registradora, tomó por el culo una botella sucia de Vodka y le sacó la tapa para introducir en ella el sucio trapo y con un encendedor sucio en su otra mano se dirigió con cautela a la vereda de en frente.

Había armado una molotov y estaba totalmente decidido a tirársela en la vidriera a ese hijo de re mil putas que no había tenido mejor idea que abrirle un bar en la vereda de en frente.

En esos momentos, Macarena (La verdadera) se dirigía a la peluquería de Ed para terminar de cortarse esos milímetros de más de su flequillo ya que era lo único que recordaba que tenía pendiente luego de que le dieran el alta. Cruzó la calle mirando a ambos lados como buena peatona en la que se había convertido luego de su trágico accidente y aparte ahora, en su silla de ruedas motorizada, era lo mínimo que podía hacer.

Ahí nomás llegó la cana. Roberto, el dueño del bar de enfrente, la identificó a Macarena por la foto del DNI y le dijo a la policía que debían arrestarla. Paralelamente el mesero vio la molotov que Alejo traía entre manos con cara de loquito desquiciado y también lo acusó frente a la yuta.

Tanto Alejo como Macarena, terminaron en el mismo patrullero. Alejo en la segunda cabina y Macarena con su sillita de ruedas eléctrica en la caja de atrás del patrullero…

¿Cómo seguirá esta historia? Ni siquiera nosotros podemos llegar a pensarlo!

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